Espiritualizado
Anoche cuando llegué a casa estaban Luis y Alberto conversando y bebiendo vino. Alberto me trajo el último disco de Los Planetas, que todavía no había escuchado y a mí me tiene mejor pinta de lo que me habían dicho. Más tarde, llegaron Carlos y Vane, que vinieron a felicitarnos las navidades antes de irse de vacaciones (no las van a pasar aquí). Y luego vino Ana, muy contenta porque le había gustado mucho el concierto de Lou Barlow del que llegaba.
Total, que hubo reunión improvisada y acabamos dando buena cuenta del contenido de las cestas de navidad que nos han dado a Luis y a mí (aquí no hay tradición, pero es lo que tiene trabajar para una compañía española), sobre todo del alcohol. Nos dieron las mil y yo me lo pasé muy bien otra vez. Que ya he decidido que a mí lo que me gusta es estar en casa con amigos, hablando y escuchando la música que nos dé la gana.
Hace un rato ha venido también nuestro casero a desearnos feliz navidad, porque él se va a la República Checa y no vuelve hasta el 9 de enero. Nos ha traído una postal, una caja de bombones y una botella de vino espumoso Martini (no tenia ni idea de que existía tal cosa). Que majo.
Con todo este buen rollo, hasta estoy impregnándome un poquito del espíritu navideño, y eso que normalmente no me gustan mucho estas fechas. Pero sí, este año voy a proponerme pasar una feliz navidad y un próspero año nuevo, hala.
Con Freixenet.
(Bueno, tendrá que ser Codorniu, es lo que venia en la cesta).
Total, que hubo reunión improvisada y acabamos dando buena cuenta del contenido de las cestas de navidad que nos han dado a Luis y a mí (aquí no hay tradición, pero es lo que tiene trabajar para una compañía española), sobre todo del alcohol. Nos dieron las mil y yo me lo pasé muy bien otra vez. Que ya he decidido que a mí lo que me gusta es estar en casa con amigos, hablando y escuchando la música que nos dé la gana.
Hace un rato ha venido también nuestro casero a desearnos feliz navidad, porque él se va a la República Checa y no vuelve hasta el 9 de enero. Nos ha traído una postal, una caja de bombones y una botella de vino espumoso Martini (no tenia ni idea de que existía tal cosa). Que majo.
Con todo este buen rollo, hasta estoy impregnándome un poquito del espíritu navideño, y eso que normalmente no me gustan mucho estas fechas. Pero sí, este año voy a proponerme pasar una feliz navidad y un próspero año nuevo, hala.
Con Freixenet.
(Bueno, tendrá que ser Codorniu, es lo que venia en la cesta).
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