Todo por un sueño

El viernes por la noche fui al Popstarz, el club indie pop del que tantas veces había oído hablar y al que inexplicablemente todavía no había ido nunca. Y cómo me arrepiento de no haberlo hecho antes, porque me encantó, y pasé una de las mejores noches que recuerdo en los últimos tiempos. Antes de entrar hubo bastantes bromas sobre la edad media de los asistentes a este local, porque Laura, la única que había ido anteriormente, decía que estaba lleno de críos. Así, mientras esperábamos en la cola, hicimos coñas como "como se enteren mis padres de que vengo aquí, me matan", "¿alguien tiene chicles para que después no me huela el aliento a tabaco?", "mira, esos viene con una maleta, seguro que traen ropa para cambiarse en el baño", y cosas por el estilo. Algo de cierto había en todo ello, porque a Pablo, el hermano de Laura, que tiene (y aparenta) diecisiete años, no le pusieron la más mínima pega para entrar. Pero, aunque es verdad que había mucha gente muy joven, también lo es que la había de todas las edades. A mí no me molestó en absoluto.

Llegamos muy temprano (la entrada es gratis con flyer antes de las 11), así que estaba completamente vacío. Fuimos a tomarnos algo a una sala tipo cafetería, con mesas para sentarse, y un malentendido con una oferta de cervezas "dos por uno" hizo que acabáramos con más de quince botellas encima de la mesa y con una borrachera considerable en muy poco tiempo. Donde estábamos apenas podía distinguirse la música, pero en dos visitas que hice al baño, al pasar por la Rubbish Room, estaban poniendo "Take On Me", de A-ha, y la canción de "Footloose".

El local, cuya estructura de pasillos y escaleras me recordó mucho a la de un instituto, consta de tres salas: la citada Rubbish Room, dedicada al pop más hortera, la Love Lounge (r'n'b y funk, que sólo visité para dejar la bolsa en el ropero) y la sala principal, orientada hacia el brit-pop y a ritmos más electrónicos, tipo Prodigy, Moloko, Chemical Brothers, New Order o Daft Punk. Esta última se suponía que iba a ser nuestro objetivo principal, pero al final nos pasamos casi toda la noche en la Rubbish Room.

Y es que empezaron a poner un hit detrás de otro y nos gustaba tanto la música que éramos incapaces de salir de allí y de dejar de bailar. Pusieron Michael Jackson, Britney, Irene Cara, Depeche Mode, Madonna, Kylie... absolutamente todas nos gustaban, a veces me daba la impresión de que estaba pinchando yo. Al final sólo fuimos un ratito a la sala principal, donde había pintas mucho más extravagantes e indies, pero nos dio tiempo a bailar canciones de, entre otros, Guns N'Roses, The Cure o Chicks On Speed, y cuando nos íbamos sonaba el "Cigarettes & Alcohol" de Oasis. Fantástico.

En fin, que pasamos una noche inolvidable, como en los viejos tiempos, y espero repetir pronto. Me alegro mucho de haber encontrado una alternativa a los carísimos clubs techno y house, tipo Fabric o Ministry Of Sound, o a los de ambiente casi exclusivamente gay, como el Heaven o el G-A-Y. Porque aunque el Popstarz también "operates a gay & lesbian majority door policy", como dice en el flyer, el ambiente es mucho más mixto y menos "puramente hedonista" que en los dos anteriormente citados.