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miércoles, enero 19, 2005

Ritmo de la noche

Los días que no trabajo, como hoy, me suelo levantar tarde. En ningún caso antes de las doce, normalmente a la una o a las dos. Aunque me gusta mucho dormir, tampoco es que duerma muchas más horas de lo normal. Lo que pasa es que soy un búho.

La primera vez que oí hablar a alguien de los conceptos de búho y alondra aplicados al ser humano fue en un programa de radio que se titulaba "Aquí cabemos todos", en la Cadena SER. El caso es que yo siempre he sido noctámbulo, y la radio me ha acompañado durante esas horas a lo largo de toda mi vida. Mucho de lo que sé de cine se lo debo a Carlos Pumares y su "Polvo de estrellas", que escuchaba siempre que podía. También he sido oyente ocasional de "La luna" en M80, "Hablar por hablar" (cuando lo presentaba Gemma Nierga) y el magnífico "Si amanece nos vamos" de Roberto Sánchez.

Pero volviendo a lo de los búhos y las alondras, parece ser que entre los seres humanos hay dos bandos. Las alondras son aquellas personas que se suelen levantar muy temprano, que están activas desde primera hora y cuyo mayor rendimiento se produce durante esas horas mañaneras. Los búhos, evidentemente, todo lo contrario: levantarse por la mañana es un infierno, no estamos despiertos hasta el mediodía y la mayor productividad llega a medida que el día avanza.

Estas diferencias, que podrían considerarse puramente culturales o de costumbres, parece ser que van inscritas en nuestro genoma. Hay un reloj biológico en el hipotálamo que marca que los ritmos fisiológicos también varíen en sus horas de ocurrencia y, así, los matutinos tienen un pico en su temperatura corporal que puede estar adelantado en unas cuantas horas con respecto al de los vespertinos. El descenso de la temperatura corporal de los matutinos ocurre también más temprano, y con él, vienen las ganas de irse a cama.

Parece ser también que estas características van variando a lo largo de la vida. Normalmente los adolescentes son búhos (y parece ser que el horario mañanero de los institutos no es el más apropiado), luego se pasa por un período más o menos neutro durante la madurez, y cuando nos hacemos ancianos nos solemos volver alondras (de ahí que los viejos sean tan madrugadores). Para la salud es mejor ser matutino, es más flexible uno a cambios horarios y es evidente que vivimos en una sociedad en la que las horas de trabajo (y de cualquier cosa) están más adaptadas a este tipo de personas. Los búhos preferimos horarios de clase o trabajo más tardíos.

Pues nada, que yo debo ser muy búho, porque estoy mucho más despierto y creativo cuanto más tarde. Cuando tengo algo importante que hacer, siempre lo procuro hacer de noche y mi capacidad de concentración se multiplica a partir de las diez u once. O sea, que tampoco duermo tanto, porque mi hora ideal de irme a cama es las tres, cuatro o cinco de la madrugada.

El blog gordo te enseña, el blog gordo entretiene, y yo te digo contento hasta la entrada que viene...

Anonymous Anónimo

El caso es ser un poco pajarón, no?
http://www.20six.co.uk/Telecine

12:06 a. m., enero 21, 2005  
Blogger eurocero

Pues sí, pero créeme, ser noctámbulo en un mundo diurno es tan duro como ser zurdo en este mundo de diestros (yo escribo con la derecha, no las iba a tener todas...).

Un pequeño secreto: la hora que aparece al pie de cada entrada, a la que supuestamente escribo, está siempre manipulada. La cambio yo, para mantener una cierta regularidad, pero nunca suelo escribir esto antes de las doce y media o una.

1:12 a. m., enero 21, 2005  

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