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jueves, abril 07, 2005

Vuelva usted mañana

Quejas, quejas y más quejas. Mira qué nos gusta quejarnos. Esta mañana, yendo al trabajo, una chica nos dio la brasa durante más de veinte minutos conversando con su hermana por teléfono (en español). Que si su hermano quinceañero está muy consentido, que si le roba dinero a su papa (sin acento), que si después le echan la culpa a ella de eso, que si esto ya se veía venir, que un día nos saca la navaja y tenemos un disgusto, que si ha pensado en denunciarlo a la policía pero es inútil porque es menor y no le van a hacer nada, que si hace falta lo metemos en un reformatorio, que qué se cree el mocoso eso, que si encima sospecha que igual les ha salido marica... (que introdujera esto último después de haber dicho lo anterior me pareció espeluznante). Vamos, que el chiquillo debe de ser una buena pieza, pero a mí, que tenía un dolor de estómago terrible y no me apetecía ni escuchar música y aislarme, y al resto del autobús, que encima no entendía ni jota, nos retumbaban los oídos del volumen atronador de sus palabras. Qué mal me sienta lo del móvil en los transportes públicos, la gente que no aprecia la intimidad propia ni el respeto a los demás. Y ahora dicen que llegará aquí en breve una tecnología ya existente en otros países que permite que se pueda utilizar también en el metro. Pues vaya...

En el trabajo, más quejas. No me gusta hablar, no lo hago nunca, o casi nunca, del sitio donde trabajo, por varias razones. Primero, porque soy de esas personas para las que su trabajo es solo eso, un trabajo, en el que estoy con el único objetivo de ganar dinero, y me olvido de él desde el mismo momento en que salgo por la puerta. Segundo, porque en parte estoy contento de tener un contrato de treinta horas semanales y al mismo tiempo un sueldo razonable que me permite vivir más o menos bien, y estos turnos alocados (he tenido cinco días libres seguidos, ahora trabajaré seis, luego otros tres libres, luego otro día sí, luego otro que no) que a veces me hacen no saber muy bien en qué día vivo, pero que también consiguen alejarme de la rutina y del típico "lunes a viernes + fin de semana" en el que consiste la vida de tanta gente, y la mía hasta hace no tanto. Y tercero, porque sí hay muchas cosas de mi trabajo que no me gustan y que criticaría, pero no lo hago porque no me parece ético hablar mal de quien me da de comer. A lo que iba es que, por las características de mi ocupación, tengo que tratar todos los días con muchos clientes, de los cuales un gran porcentaje vienen también a quejarse, y que a veces uno está hasta el gorro de ser la vía de desahogo de los demás. Que yo también tengo días malos y también vivo en un ciudad muy estresante y no lo pago tanto con los demás, caray.

Y, tomando café con algunos de mis colegas, pues, claro, más quejas, y otra vez a escuchar la misma historia que llevo escuchando cíclicamente durante tres años. Un chico recién llegado hablando mal, o fatal, de la burocracia inglesa, y, por supuesto, por extensión, del país, o de ese ente llamado "los ingleses". Que es muy difícil abrirse una cuenta del banco, que lo de pedir cita para que te den el National Insurance Number es un rollo, que si mi casero esto, que mi vecino lo otro, y, finalmente, la guinda que siempre acaba por llegar: que en España las cosas no son así, que todo es más fácil y TODO ES MEJOR. Ay, esa actitud... Qué poco me gusta que la gente venga predispuesta a comparar, a pensar que todo debe ser igual, y que todo el monte es orégano. Y qué poco me gusta la postura de rechazo sistemático a lo ajeno, o venir a otro país pensando que es lo mismo que mudarse al piso de arriba, que todo van a ser facilidades, que nos lo van a dar todo hecho. Qué manía con venir desde el primer momento a sentirse extranjero y a criticar, en vez de intentar integrarse y disfrutar de la diversidad y la riqueza de una cultura ajena.

La cuestión es quejarse, así que yo también me quejo de los que se quejan.

Blogger Mambotaxi

Esto de quejarnos es algo innato a la forma de ser de los españoles. Es algo que llevamos en la sangre. A menor escala, yo que no soy de Sevilla, me molesta mucho el chovinismo injustificado de cierta gente de aquí, que te sueltan un "Como en Sevilla no se vive en ningún lado", a lo que yo después pregunto "¿Has vivido alguna vez en otra parte?", y ellos responden con un rotundo NO, lo que da idea de por donde van los tiros en esta ciudad (hablo de esta porque es la que conozco).
Con lo fácil que es cambiar un poco el chip cuando vives en otro sitio, relajarte, dejarte influenciar un poco y olvidarte de como vivias antes y descubrir otras cosas que, a pesar de lo maravillosa que es tu ciudad, no puedes hacer en ella.
Yo no es que haya viajado mucho, pero si que he salido de aqui, y eso se nota en la forma de pensar. El hecho de ver, al lado tuya en el metro, una persona de otra cultura, otra religion u otro color, no es que te abra los ojos a la diferencia, sino que esa imagen te ha dejado su poso en el subconsciente, y poco a poco vas viendo "normal" que te rodee gente diferente. Ésto, en una ciudad donde la gente de color, de otras religiones o con otra forma de vestir es bastante escasa, hace que te conviertas en alguien muy poco "open mind"...

Ummm... me estoy dando cuenta que escribiendote comentarios soy mas feliz que actualizando mi blog....

11:21 a. m., abril 08, 2005  
Blogger eurocero

Antes de nada, tardo tanto en contestar porque cuando trabajo lo hago normalmente de 12 a 9, y no tengo acceso a un ordenador. Además, ahora mismo (00:33 en España), Blogger no me deja añadir comentarios, así que no sé cuándo saldrá esto.

Yo no sé si el chauvinismo es algo propio de España o de todos los pueblos. Como dices, hay mucha gente que no conoce más que lo que le rodea, y aparte del "Como en X (sustitúyase por el lugar propio) no se vive en ningún lado", todos hemos oído cientos de veces aquello de "Como en X no se come en ningún lado", "En X se bebe más que en ninguna otra parte de España" (como si fuera algo de lo que enorgullecerse), y cosas por el estilo que incluso a menudo rayan en la leyenda urbana.

Este tipo de opiniones y presunciones suelen ir en proporción inversa al tamaño del lugar en cuestión. Imagínate como es la cosa el pueblo donde yo vivía, que no llega a la decena de millar de habitantes.

A mí se me quedó grabada una frase que dijo Felipe González en una entrevista con Gomaespuma, ya cuando era ex-presidente: "los nacionalismos se curan viajando". Sé que es un tema muy complicado para debatirlo a la ligera, pero sí creo que conociendo otros lugares y culturas se aprende a valorar no sólo lo bueno que tiene lo más inmediato geográficamente para nosotros, sino también lo de otros pueblos. Aunque para esto también hace falta una predisposición mental personal, creo.

Antropología cultural fue la única asignatura a la que asistí habitualmente durante un año que estuve matriculado en la carrera de Filosofía, y me enseñó a valorar muchas de estas cosas y a abrir mis perspectivas en este campo.

Tus comentarios me parecen la mar de enriquecedores e interesantes y me alegro de que te hagan sentirte feliz. A mi también.

10:48 a. m., abril 09, 2005  

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