Una terraza en Copenhague

He visto hace un rato "Millions", la última película de Danny Boyle ("Trainspotting", "The Beach", "28 Days Later"). Desde luego se aleja bastante del tipo de cine al que nos tiene acostumbrados. Es una peli amable, familiar, ideal para navidad, que parte de una curiosa premisa: dos niños se encuentran con una bolsa llena de dinero proviniente de un atraco, pero sólo tienen una semana para gastarlo antes que que el Reino Unido entre en el euro. Pues eso, una película correctita, que se deja ver, a veces con algunos efectos y artificios un poco innecesarios para la historia, y poco más.

Lo que me llamó bastante la atención es que Boyle plantee la hipótesis de este país incorporándose a la moneda única, algo a lo que aquí son muy reticentes. Consultando los foros de IMDb, he visto que más que debatir sobre la película, se debate sobre la conveniencia o no de hacerlo, optando la mayoría de la gente por lo segundo. Esto, y el "no" que tanto Francia como Holanda han dicho a la Constitución Europea, me hacen preguntarme qué futuro le espera a este proyecto de Unión Europea que últimamente no hace más que encontrarse con obstáculos para seguir adelante.

Yo me considero bastante europeísta, lo cierto es que me hace ilusión eso de una Europa unida, de estar en Praga, Londres, Bruselas o Varsovia y sentirme un poquito parte de ello. Pero tengo la impresión de que entre los países económicamente más fuertes, y entre sus gentes, hay muchas reticencias ante la entrada de los países del este en la UE. El otro día un compañero de trabajo me decía que a él eso le parecía mal porque él no consideraba igual de europeo a un inglés, un alemán o un español que a un checo o un polaco. Aparte de ser un comentario bastante xenófobo, me parece que denota bastante poca memoria histórica, porque España ha sido uno de los países más beneficiados por los fondos de cohesión, y hasta no hace muchos años, la consideración que podía tener un alemán o un francés medio de un ciudadano español no era mucho mejor que la que puede tener mi compañero de un europeo oriental.

De lo que se trata, creo yo, es de ayudar y dar un gran empujón a estos países en un estado más precario que el nuestro, de contribuir a su mejora y a que lleguen a un nivel social, económico y democrático acorde con los tiempos que corren. Se trata, en definitiva, de solidaridad, que al menos para mí es algo más que comprarse pulseras de colores o asistir a un concierto multitudinario en un parque. En fin, este es uno de esos análisis que me vienen a la cabeza espontáneamente y que pueden resultar algo superficiales, pues muchas veces no conozco el asunto con la debida profundidad. Por eso siempre agradezco aportaciones, sea a favor de una postura o de otra, que me ayuden a tener una visión un poco más exacta de la situación.