Salirse de madre

Está a punto de estrenarse aquí "9 Songs", la nueva película de Michael Winterbotton, que está siendo anunciada como una de las más sexualmente explícitas de la historia del cine (porno aparte, claro). Pues hoy he visto una francesa, "Ma mère" (Mi madre), que le deja el listón ciertamente alto. Aunque lo más chocante aquí no son las escenas de sexo, que también son abundantes (el joven protagonista, Louis Garrel, ya visto en "The Dreamers" de Bertolucci, se pasa media película desnudo), sino cómo está tratado el tema.

Desde luego no es una peli apta para todos los públicos, y de hecho hubo gente que se fue de la sala. El sexo y sus variaciones o perversiones se muestran de un modo absolutamente crudo, realista y muchas veces enfermizo. No hay ningún tipo de concesión, los personajes se entregan a él hasta límites nihilistas, aunque me llamó mucho la atención como, habiendo una presencia latente de la homosexualidad a lo largo de todo el metraje, no llega nunca a consumarse por completo como tema central, y más tratándose del personaje de un adolescente con muchas dudas en torno a su vida, creencias y tendencias.

La historia, a grandes rasgos, habla de la relación entre una madre y su hijo y la particular forma que tiene ella de enseñarle su particular realidad del mundo, una realidad basada en el sexo sucio y vicioso, y, aunque en un principio intenta mostrarle cuáles son los límites, luego decide que es él mismo el que tiene que buscar y marcarse sus propias fronteras sin ayuda de ella. Sin embargo, no se puede decir que sea una película en la que la trama juega un papel fundamental, sino que lo importante son las sensaciones y la intensidad con la que se nos transmiten.

Como referentes me vinieron a la cabeza dos cosas tan dispares como "Las edades de Lulú", otro interesante ensayo sobre el sexo, y los libros de uno de mis autores favoritos, Dennis Cooper, a los que se asemeja por su valentía y ánimo de transgresión. Recuerdo que una amiga mía, tras leer uno de los libros de Cooper, me decía que no sabía si vomitar del asco o ponerse cachonda. A mí con "Ma mère" me pasa algo parecido, estoy casi todo el tiempo excitado sexualmente, pero muchas veces me planteo si es moralmente aceptable estarlo (aunque la respuesta final es sí).

Aunque entré en el cine pensando que iba a ver otra cosa, lo cierto es que la película me mantuvo en tensión durante todos y cada uno de los minutos que dura. El final y el epílogo son, una vez más, el colmo de la transgresión, y no pueden dejar indiferente a nadie, y lo mismo puede decirse de la música, con el "Adagio" de Samuel Barber omnipresente y una irreverente utilización del "Happy Together" de los Turtles en uno de los momentos clave.

Y al salir del cine, uno tiene una sensación comparable al bajón que se produce cuando desaparecen los efectos de una sustancia alucinógena o euforizante, un vacío, algo así como "la fiesta terminó, todo se ha acabado ya". Tal fue el impacto que me causó. Christophe Honoré, el director (¡que también escribe libros para niños!), debe de tener una mente enrevesada y algo enfermiza para atreverse a hacer una peli así, y supongo que hay que tener el mismo tipo de mente para disfrutarla tanto como la he disfrutado yo.