Primer contacto
"Vuelvo a casa" (ése es el sentimiento) con la alegría de comprobar que mi ordenador debe de tener también la misma sensación, pues tras cuatro días seguidos en los que no pude hacer prácticamente nada con él (después de encenderlo se me iba automáticamente a modo "sleep" y no era capaz de resucitarlo), hoy va y se pone a funcionar perfectamente, como si nada hubiera pasado. Y yo que ya había hecho las cuentas de la lechera a la inversa con lo mucho que me iba a costar el arreglo (ya no está en garantía) y con la pena que me daba porque este mes se suponía que me iba a recuperar un poco económicamente tras las muchas horas extras que me tienen que pagar, pues a cambiar de chip y si veo que la evolución es favorable incluso cabe la posibilidad de que me compre el nuevo sistema operativo de Apple (OS X Tiger) que sale pasado mañana.
No voy a hacer hoy una entrada demasiado larga, porque estoy cansado del viaje y además mañana tengo que levantarme muy temprano para hacerme un análisis de sangre (rutinario). Pero sí he de decir que vengo con ganas de contar muchas cosas, porque aunque durante estos seis días que he estado en mi pueblo no me ha sucedido nada realmente excitante (o quizá por eso mismo), sí que he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre mi vida y milagros, las del pueblo, la televisión española y unos cuantos temas más sobre los que prometo extenderme durante los próximos días. Y he de decir que me ha sorprendido agradablemente encontrarme con lectores insospechados, que siguen mis vivencias y divagaciones incluso con interés, y que se acercaron a decírmelo. Pues nada, yo encantado, permanezcan en sintonía y gracias por venir.
Por apuntar breve y cronológicamente lo sucedido, el viernes salí en Santiago, ciudad encantadora donde las haya, y acabé desayunando con quien siempre (¡gracias!) en el lugar de siempre; el sábado por la tarde visité la peculiar feria de muestras de mi pueblo (era como la teletienda en directo) y su no menos pintoresco desfile de ropa (ya quisiera Getxo Moda...), y por la noche salí también por los lugares habituales (ni mejor, ni peor, exactamente igual); el domingo intenté disfrutar de la fiesta gastronómica hasta que mi cuerpo se resintió definitivamente de los excesos etílicos anteriores; y el lunes y el martes, de café en café, tirando porque me tocaba y agradeciendo el invento del descafeinado que evitó que acabara al borde de un ataque de nervios a lo Juan Valdés.
Y como de contrastes está hecha la vida, hoy al llegar me encuentro con que Luis se ha comprado la espada láser de Luke Skywalker, con unos inquietantes sonidos incorporados que te hacen pensar que va a aparecer en cualquier momento Darth Vader y una luz de neón que ya la quisieran en Las Vegas. Para verlo, de verdad.
Hasta mañana.
No voy a hacer hoy una entrada demasiado larga, porque estoy cansado del viaje y además mañana tengo que levantarme muy temprano para hacerme un análisis de sangre (rutinario). Pero sí he de decir que vengo con ganas de contar muchas cosas, porque aunque durante estos seis días que he estado en mi pueblo no me ha sucedido nada realmente excitante (o quizá por eso mismo), sí que he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre mi vida y milagros, las del pueblo, la televisión española y unos cuantos temas más sobre los que prometo extenderme durante los próximos días. Y he de decir que me ha sorprendido agradablemente encontrarme con lectores insospechados, que siguen mis vivencias y divagaciones incluso con interés, y que se acercaron a decírmelo. Pues nada, yo encantado, permanezcan en sintonía y gracias por venir.
Por apuntar breve y cronológicamente lo sucedido, el viernes salí en Santiago, ciudad encantadora donde las haya, y acabé desayunando con quien siempre (¡gracias!) en el lugar de siempre; el sábado por la tarde visité la peculiar feria de muestras de mi pueblo (era como la teletienda en directo) y su no menos pintoresco desfile de ropa (ya quisiera Getxo Moda...), y por la noche salí también por los lugares habituales (ni mejor, ni peor, exactamente igual); el domingo intenté disfrutar de la fiesta gastronómica hasta que mi cuerpo se resintió definitivamente de los excesos etílicos anteriores; y el lunes y el martes, de café en café, tirando porque me tocaba y agradeciendo el invento del descafeinado que evitó que acabara al borde de un ataque de nervios a lo Juan Valdés.
Y como de contrastes está hecha la vida, hoy al llegar me encuentro con que Luis se ha comprado la espada láser de Luke Skywalker, con unos inquietantes sonidos incorporados que te hacen pensar que va a aparecer en cualquier momento Darth Vader y una luz de neón que ya la quisieran en Las Vegas. Para verlo, de verdad.
Hasta mañana.
Bienvenido de nuevo al ciberespacio. Esperamos con ansiedad tus crónicas cañís.
soy quien siempre... me encantó verte y como siempre fue un placer desayunar contigo, empieza a ser una tradición...
Los del bar adonde vamos a desayunar deben de flipar y preguntarse quién es esa que viene a desayunar un sábado por la mañana cada seis meses con ese otro al que ya no se le ve nada por el pueblo.
Bueno, y ni siquiera a desayunar, que yo siempre me como mi tradicional bocadillo de chorizo...
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